
¡Por su puesto que sí!, exclamó el comandante Tukilides Acuamoracatucaratatarantán al inferir esta inocua interrogación a su merced.
"Los hay grandes, grandotes, grandotototes e incluso dicen que hay uno grandotototototototote, más que un gigante...exclamó mientras su redonda figura alfabética giró sobre su propio eje y quedó contemplando la montaña. "si te fijas bien, entre los árboles y las columnas de humo de las chimeneas, muy por debajo de la niebla temprana y los accidentes geográficos, ahí justo donde se mueve esa figura muy lentamente... ese lobulito tiene el tamaño de una vaca".
Su mirada se posó en las nubes y se perdió en divagaciones del pasado, acerca de la pesca aeronautica y en las escarpadas costas fiordicas de la memoria, recordó haber luchado junto al más valiente lobulote que alguna vez ha sido deletreado en estas tierras... el bienaventurado y oportuno capitán D de Dedo.